¡Ya llega la primavera! Las flores, las mariposas, los pajaritos y ¡las alergias! Sí, no todo es miel sobre hojuelas. Si hay primavera hay sol y flores y plantas y si hay todo esto hay polen, y si hay polen, hay alergias, así de claro.
Los datos actuales demuestran que la vitamina D afecta a más de 200 diferentes genes. Su forma biológicamente activa se une al receptor de vitamina D nuclear (VDR) en los tejidos blanco que están en más de 30 tejidos y órganos, en el tracto gastrointestinal, la piel, los vasos sanguíneos, las células epiteliales mamarias, los osteoblastos y osteoclastos.
Varias funciones de la piel, tales como la reducción en el crecimiento de algunas células de la piel, la formación de la barrera cutánea, la promoción de un tipo de inmunidad y el ciclo del vello de la piel están reguladas por la vitamina D.
Entre los factores que intervienen en la generación de la dermatitis atópica, se encuentra la deficiencia de vitamina D, así lo prueban estudios recientes que demuestran el papel de esta vitamina en la diferenciación celular, alterando el equilibrio local del calcio y la unión a receptores que regulan los genes. Está además, relacionada con la producción de proteínas antimicrobianas en las células de la piel. La vitamina D parece jugar un papel en enfermedades como la dermatitis atópica, psoriasis, vitíligo, acné y rosácea, y juega un papel también en otras enfermedades como el asma.
Se ha visto, además que los bebés que nacen en otoño o invierno tienen un mayor déficit de vitamina D y, por lo tanto, mayor riesgo de desarrollar alergia alimentaria. Los niveles bajos de vitamina D se han asociado también con un menor control del asma y de un mayor número de hospitalizaciones por esta causa, además de una mayor presentación de infecciones del aparato respiratorio. Y, por el contrario, una buena suplementación de vitamina D reduce en un 40% los síntomas de urticaria.
Existen varias limitaciones en los estudios en torno a la vitamina D, y aclarar una amplia gama de valores de referencia utilizados para definir la deficiencia e insuficiencia y las mediciones al azar que puede no reflejar el verdadero estado del paciente. Se necesitan más estudios para aclarar el papel de la vitamina D en la dermatitis atópica. Hay resultados alentadores con respecto a su uso como tratamiento; sin embargo, deben ser considerados con cautela. Es un hecho que la vitamina D disminuye la susceptibilidad a infecciones en los pacientes con dermatitis atópica y controla la respuesta inmune inflamatoria local, lo que representa una herramienta prometedora para la mayor comprensión y el tratamiento de esta enfermedad inflamatoria crónica.