Hace ya varias décadas que los dichos y refranes, otrora comunes y tradicionales, entre nuestras familias, se han vuelto hoy anticuados, obsoletos y, algunas veces, sin sentido. El sabio refrán “de limpios y tragones están llenos los panteones” no tiene ningún significado entre la gente joven de hoy y; sin embargo, tenía mucho de cierto. Era importante saber que no debías bañarte en caso de tener alguna enfermedad respiratoria para no exponerte a los cambios de temperatura y que no te excedieras en la forma de comer para no padecer recargos intestinales graves.
Hoy, la tecnología nos rebasa cada día, y el conocimiento se va renovando a velocidad de vértigo, de tal modo que aquellos dichos y refranes de apenas hace algunas décadas ya estén por completo en desuso. Sin embargo, lo que no debe entrar en desuso es la saludable costumbre de cuidar nuestra alimentación, nuestra higiene y nuestra actividad física para cuidar huesos, músculos y corazón y no caer tan pronto en el panteón.
La vitamina D influye indirectamente en la salud de los huesos, juega un papel esencial en la regulación de muchos procesos relativos a la absorción de calcio en el intestino y al aprovechamiento del calcio por el hueso e interviene en el mantenimiento de los niveles normales de calcio en sangre.
Se sabe, además que la deficiencia de vitamina D causa debilidad muscular, disminución del tono muscular y aumenta el tiempo para la contracción muscular máxima, así como el tiempo para la relajación muscular. Existe evidencia de que el ejercicio de fortalecimiento muscular está asociado con niveles mejorados de vitamina D; también es un factor importante del rendimiento cuando está presente en abundancia, aumenta el número y el diámetro de las fibras musculares rápidas. La función reducida de estas fibras resulta en una mayor frecuencia de caídas, lo que aumentaría la incidencia de fracturas.
También está documentada una mayor incidencia de deficiencia de vitamina D en pacientes con insuficiencia cardíaca. En un estudio se encontraron niveles significativamente reducidos de vitamina D en 54 pacientes con insuficiencia cardíaca y esto respalda la hipótesis de que la baja concentración de vitamina D es una causa y no solo una consecuencia, de enfermedades del corazón.
No sólo de limpios y tragones están llenos los panteones, también hay diabéticos, enfermos del corazón, pacientes con presión alta, enfermos del intestino y más. Esto hace necesario una supervisión más estrecha de nuestra propia salud y un control más estricto de nuestros hábitos de vida. Debemos acudir periódicamente con nuestro médico y solicitarle que busque todas las pistas que pueda seguir para detectar cualquier alteración en la salud.