La vitamina D, tan cerca de nosotros y tan lejos de nuestras costumbres. Sí, y es que la vitamina D, que con tanta facilidad se produce en nuestro cuerpo por medio de la piel y el sol, en estas ciudades tapadas con una nata inmensa de contaminación y recubiertos siempre con ropa y cremas bloqueadoras, nos es casi imposible que la piel produzca la cantidad adecuada de vitamina D.
Por eso, la vitamina D debe regresar por sus fueros, es imprescindible que nos lo tomemos muy en serio y que se haga lo posible por mantener a nuestro organismo con los niveles indicados de este nutriente porque a éste debemos la integridad de muchas funciones del cuerpo.
Ya hemos mencionado de su importancia en la manutención de huesos saludables, sobre todo durante el crecimiento y en la edad adulta.
Además del sol, la podemos obtener, en menor medida, de algunos alimentos, pero desgraciadamente sólo aportan un 10% de lo requerido diariamente (leche fortificada, cereales, salmón, sardina, caballa). Al final, lo mejor es tomarlo en forma de suplementos a fin de que se tenga la cantidad que necesitamos. Los adultos, sobre todo los mayores, no se exponen el suficiente tiempo al sol, su deficiencia de vitamina D puede llegar a límites peligrosos, es otra razón para tomar suplementos.
La relación de la vitamina D con muchas enfermedades está más que evidente y te podemos mencionar algunas:
- Cáncer
- Salud cognitiva
- Trastornos hereditarios
- Esclerosis múltiple
- Osteoporosis
- Psoriasis
El médico, nuestro médico, es el que tiene la última palabra para, en caso necesario, prescribirnos esta vitamina y en qué cantidad. Debemos tener en cuenta que, si la tomamos en exceso, puede también causarnos daños. Además, este nutriente, en forma de suplemento puede tener interacciones con otras sustancias o medicamentos y eso impediría su prescripción e ingestión.
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