¿Para qué me sirve tanto sol?

Desde hace 500 millones de años, el fitoplancton y el zooplancton de los océanos producen vitamina D cuando se exponen al sol. Nada nuevo, ¿cierto? Y tampoco son nuevas las evidencias de la importancia de la luz solar para la salud humana ya que se tuvieron desde la revolución industrial en Europa. La gente se congregó hacinada en las ciudades, con escasez de alimentos y polución. Ahí se observó que los niños mostraban un retraso en el crecimiento y desarrollaban deformidades esqueléticas, a lo que se denominó raquitismo. En 1822, se atribuyó el desarrollo de esta enfermedad a la falta de una adecuada exposición solar.

Factores que influyen en la síntesis cutánea de vitamina D

Ciclo diario de exposición solar

Para lograr que se produzca vitamina D, la piel debe ponerse roja (eritema). De esta manera podemos hacernos una idea comparativa: el tiempo estimado para la obtención de la dosis eritematógena (tiempo hasta que la piel se pone roja) mínima en la hora central de un día de verano (valores medios de junio a agosto) es de 5 a 30 minutos.

Cambios anuales de incidencia de radiación solar

La cantidad y calidad de radiación solar tienen un ciclo estacional, con mínimos en el invierno. De este modo, los valores medios de radiación efectiva, para producir vitamina D a mediodía, deben aumentar aproximadamente 4 veces el tiempo de exposición con respecto al necesario para la obtención de los niveles saludables de vitamina D durante el verano.

Latitud

La elevación del sol, como ocurre con los ciclos diarios de radiación, también afecta la producción de la vitamina D. Por eso, en latitudes lejanas del ecuador, se ha descrito el “invierno de vitamina D” durante los meses fríos, con valores mínimos de rayos UVB, lo que significa niveles de vitamina D inferiores a los saludables.

Fototipo cutáneo

La dosis de radiación necesaria para la producción en la piel de mínimos saludables de vitamina D depende del fototipo cutáneo. Cuanto más oscura es la piel, mayor es la dosis solar necesaria. En regiones del mundo con baja insolación, los niveles de vitamina D son inversamente proporcionales al fototipo; esto es debido a que la melanina (sustancia que le da color a la piel) compite con los rayos solares activos para la producción de vitamina D. Todas estas variables hacen difícil dar una recomendación universal sobre las dosis óptimas de radiación UVB que permitan incrementar suficientemente la síntesis de vitamina D sin aumentar el riesgo de sufrir cáncer de piel.

Factores ambientales. Capa de ozono.

La radiación UVB que llega a la superficie de la Tierra depende directamente del ozono en la atmósfera y los cambios de este gas determinan las longitudes de onda de los rayos UVB. El agujero de ozono y algunas otras pérdidas de este gas influyen mucho en el nivel de vitamina D en la piel. Es decir, a menor ozono atmosférico menor conversión de vitamina D. Este fenómeno también hace que la radiación solar sea altamente carcinogénica, y se está llegando a fenómenos tan extremos que podrían considerarse de fobia al sol.