Existen dos radiaciones del sol que pueden dañar la piel, los rayos ultravioleta A (UVA) y los rayos ultravioleta B (UVB). Estos últimos aumentan significativamente entre las 10:00 y las 16:00 horas y es a esta hora en la que se recomienda que no se exponga la piel al sol, ni con protector solar, también los UVA son dañinos, en menor grado, y esos están presentes todo el día, de sol a sol.
Pero, como ya sabemos, los rayos UVA los necesitamos para producir la necesaria vitamina D.
¿Qué hacer?
Primero, pensemos siempre en nuestra salud. El riesgo de cáncer de piel es muy grande con exposiciones prolongadas a lo largo del día. Por eso debemos cuidar nuestra piel cubriéndola con ropa y sombrero y con alguna crema que tenga un factor de protección solar (FPS) de, por lo menos, el número 30, y hay que usar el mismo a lo largo de todo el día. Cuando esté nublado la protección debe ser la misma, las nubes dejan pasar el 80% de la radiación UV
Las personas que tienen antecedentes en su familia de cáncer de piel no deben exponerse a los rayos UV. Los pacientes que padecen cáncer deben evitar también esa radiación. Se debe preguntar al médico si nos podemos exponer a los rayos del sol si estamos tomando algún medicamento o si se tienen enfermedades como el lupus o alguna infección en la piel.
Si el daño ya se hizo, es decir, si ya se quemó la piel, lo mejor es rehidratarse y acudir con el médico, él sabrá qué podemos hacer. Debemos evitar aplicarnos cualquier remedio casero.
Sí podemos asolearnos, pero con responsabilidad y haciendo caso de las indicaciones de los expertos, sólo el tiempo necesario y a las horas que lo indiquen, así disfrutaremos del sol sin quemaduras y aprovecharemos los rayos solares para producir nuestra vitamina D. Además, y para proveer a nuestro organismo de este nutriente, podemos usar los suplementos de vitamina D que podemos encontrar en cualquier farmacia y siempre bajo supervisión médica.