Se ha encontrado, ya en numerosos estudios, que la vitamina D en sangre es baja en adultos obesos. Y esto tiene que ver con varios factores que se han demostrado y son:
- El nivel en sangre de vitamina D disminuye mientras la grasa aumenta.
- El estilo de vida de las personas con obesidad que tienden a esconder su silueta, casi no tienen actividades al aire libre y su ropa oculta su cuerpo, lo que minimiza la exposición a los rayos del sol.
- La capacidad para activar la vitamina D menor en el tejido adiposo subcutáneo de personas con obesidad en comparación con las delgadas.
- La vitamina D, tanto la que se ingiere como la que se sintetiza en la piel, se une estrechamente a los depósitos de grasa y por lo tanto no es liberada adecuadamente a la circulación sanguínea.
La suplementación con vitamina D limita el aumento de peso provocado por una dieta elevada en grasa, aumenta la eliminación de ácidos grasos y más aún, mejora la captura de glucosa estimulada por la insulina en adipocitos. Un estudio señaló que el contenido porcentual de grasa corporal está inversamente relacionado con los niveles séricos de vitamina D en mujeres sanas.
Otro reciente estudio encontró que la suplementación durante 12 semanas con vitamina D en mujeres obesas redujo significativamente la masa grasa. También se ha estudiado el efecto preventivo de la suplementación con vitamina D en el comienzo de la obesidad en un modelo de ratón y se encontraron efectos positivos.
Los datos de la investigación clínica mencionan la capacidad de la vitamina D para limitar la aparición de la obesidad favoreciendo la eliminación de ácidos grasos, por estas razones, la suplementación con vitamina D representa una estrategia de nutrición preventiva contra la aparición de la obesidad y otros trastornos metabólicos asociados.
Claro, las investigaciones avalan los beneficios de la suplementación con vitamina D, ahora sólo nos falta acudir con nuestro médico y pedirle un chequeo más profundo de nuestro estado de salud.
